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sábado, 19 de julio de 2014

Robert McCloskey, dibujando el ritmo de la vida.


Robert McCloskey nació en Hamilton, Ohio , en 1914. A los 18 años se fue a Boston con una beca para estudiar en la Escuela de Arte George Vesper . Posteriormente se trasladó a la ciudad de Nueva York para estudiar en la Academia Nacional de Diseño . En 1940 se casó y tuvo dos hijas, Sally y Jane. Sirvió en el ejército de los EEUU entre 1942 y 1945, y finalmente, tras la guerra, se trasladó con su familia a una isla frente a la costa norte de Maine, lugar en el que morirá en junio de 2003.
Es el primer autor que ganó dos medallas Caldecott y es muy considerado y apreciado en los EEUU. Sus libros son muy conocidos por el público y los niños americanos.  La Biblioteca del Congreso nombró a McCloskey una “leyenda viva” en el año 2000. 

Cuando era niño sus padres querían que descubriera cuáles eran sus intereses, por lo que aprendió a tocar varios instrumentos musicales y también construía aparatos mecánicos, de hecho él creía que su futuro sería el ser inventor, hasta que comenzó a hacer dibujos para el periódico de su escuela.
Sus ilustraciones, muy realistas y en las que no falta un suave humor, se caracterizan porque captan a la perfección el movimiento y el ritmo de la vida cotidiana de sus personajes, él decía que en realidad inventaba sus historias en imágenes y luego apenas las completaba con palabras.
Como curiosidad, interesante para nosotros, McCloskey defendía la necesidad de impartir una buena educación artística en las escuelas públicas.

Es un autor poco prolífico, sólo creó 8 libros con imágenes y texto, e ilustró 10 más de otros autores. Su primer libro, publicado en 1940, fue “Lentil” (Lenteja), que cautivó al público americano, es un libro que refleja recuerdos de su niñez en Hamilton, Ohio. En 2002  esta ciudad encargó una estatua a Nancy Schön que representará a Lentil tocando la armónica seguido de su perro Harmony.



Aquí voy a reseñar los dos únicos libros que, que yo sepa, están editados en español, y que también considero dos imprescindibles de las aulas de niños pequeños:



“Abran paso a los patitos”, Ed. Puffin Books. Ganó en 1942 la Medalla Cadelcott. Este libro surge de unas experiencias de McCloskey, que se fijaba en los patos de los jardines públicos de Boston, a los que daba de comer, y cómo en ocasiones cruzaban las calles en medio del tráfico. Antes de hacer el libro compró media docena de patos y convivió con ellos en casa mientras los estudiaba, para poder dibujarlos lo más fielmente posible.
Los magníficos dibujos en sepia y carboncillo, en los que aparecen diversos lugares de Boston tomados bien desde el aire, cuando los patos vuelan, o a ras de tierra, desde la perspectiva de los patos, logran transmitir el ritmo y movimiento de la historia, de manera que nos parece que la caminata de la pata con sus patitos ocurre en tiempo real. El resultado es un álbum delicioso de gran fuerza expresiva que encanta a niños y mayores. Con 31 dibujos a doble página, de los que selecciono estos que les ofrezco para que se hagan una idea de la calidad del libro










La historia alcanzó tal popularidad en Boston que la artista Nancy Schön la inmortalizó con una escultura en bronce de mamá pata seguida de los patitos, que es muy visitada por los niños que van allí a jugar.

 

 

"Arándanos para Sal", Ed, Corimbo. Publicado en 1948.  McCloskey suele dibujar lo que conoce bien, por eso ambienta sus libros en los lugares donde vive. Este libro lo hace cuando viven en Maine y trata sobre una niña, Sal, que va con su madre a coger arándanos al mismo tiempo que una osa con su osito. Los pequeños se pierden y terminan encontrándose con la madre equivocada. Parece ser que los personajes representan a su mujer y su hija mayor en los bosques de Maine. Los dibujos detallistas en blanco y negro tienen un encanto especial. Los niños españoles también escuchan y miran esta historia con grandísimo interés, sobre todo los de ambientes rurales, que tienen muchas veces la experiencia de haber recogido moras y se identifican con la niña y el osito buscadores de arándanos.
 



Después publicará “One Morning in Maine” (Una mañana en Maine) dedicado a su hija menor a la que se le cae un diente, y en 1957 "Time of Wonder" (Tiempo de maravillas) por el que volvió a obtener la Medalla Caldecott







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